miércoles, 20 de noviembre de 2013

DIA UNIVERSAL DEL NIÑO





Hoy es el Día Universal del Niño, una fecha que, como cualquier otra, se celebra no por los logros alcanzados, sino por los que se desean alcanzar.

Y me he hecho eco del doodle del Google porque creo que es el que más personas van a ver hoy cuando accedan a internet y se den cuenta de que, efectivamente, hoy es el “día internacional de algo”, como suele ser cada día del año y como suele anunciar Google en sus doodles.

Y claro, ahora podría llenar la entrada de cifras de niños que mueren por malnutrición, por neumonía, gastroenteritis o por enfermedades que serían perfectamente curables si hubiesen nacido entre sábanas blancas con algún nombre de hospital bordado en azul, rodeados de teléfonos inteligentes que retratan casi su salida al mundo que le va a tocar vivir, y entre señoras perfumadas y maquilladas que aconsejan cual es el último grito en las famosas salus que te cuidan el niño mientras tú estás recuperándote del parto, porque eso de ser madre con ojeras ya no se lleva.

Pero también podría centrarme en la Declaración de los Derechos del Niño, que siendo aprobada tal día como hoy en el año 1959, no ha hecho sino demostrar al mundo que las Declaraciones son solo eso: declaraciones de intenciones.

Y en este punto, he recordado cuando hace ya unos años tuve que estudiarme dicha Declaración, y me llamó la atención, como ha hecho hoy nuevamente, uno de sus artículos, el cual manifiesta el derecho de todo niño “ a un nombre y nacionalidad desde su nacimiento”. 

Lo de la nacionalidad, pase (se pueden cambiar e incluso acumular a lo largo de la vida, seas futbolista o persona que has hecho “mundo” en un país que no es el que te vio nacer, pero por el que has luchado igualmente). Pero lo del nombre, llevo meditándolo desde el día que lo leí por primera vez. Y es que el derecho al nombre, en realidad, es el derecho a la identidad, a que se te reconozca como único y que se se te defienda como tal.

Y todo niño tiene derecho a eso, a un nombre por el que llamarle, por el que presentarle e incluso por el que ser anunciado con la alegría con la que se anuncia una llegada al mundo.

Pero en muchos casos, miles, millones! de niños y niñas en el mundo no solo no llegan a tener un nombre (no llegan a nacer, bien porque no viene bien en ese momento a unos padres que lo quieren “posponer”, o bien porque los medios en los que lo hace no son los suficientes como para que pueda lograrlo), sino que no llegan a anunciarlo ni a presentarse por el mismo porque la pobreza, la malnutrición y las enfermedades en muchas ocasiones no permiten que ese niño llegue a convertirse en un adulto que pueda valerse por si mismo y defenderse y defender a los que tiene alrededor.

Los niños, hoy y siempre, son en valor más preciado de una sociedad: es su futuro! y si bien en países como China solo quieren uno, o en países como India solo quieren niños (las niñas mueren en infanticidios femeninos que nadie se encarga de registrar), en otros países, como el nuestro, estos niños son lo más parecido a un regalo que nos hacemos cuando creemos que ha llegado el momento oportuno de jugar a ser padres.

Los niños, en su nombre, guardan todo un conjunto de valores, educación, sentimientos, realidades, conceptos y rebeldías que los adultos hemos de encargarnos de que desarrollen oportunamente, en libertad y en conciencia. Es muy fácil leer hoy todas esas entradas que habrá en blogs, periódicos, y documentaos sobre los niños de África que mueren por malnutrición o las niñas que sufren la ablación. Esos niños no merecen un día al año: merecen todo el año para reivindicar su situación.

Pero los niños que tenemos a nuestro alrededor, esos que verán en unas semanas colmadas sus ansias consumistas en formas de juguetes, no creamos que son más felices que otros que solo tienen su imaginación para jugar. El llamado Cuarto Mundo, el que vive metido en el nuestro, está dejando cada vez más imágenes de dolor, de resignación y de pobreza entre niños que no llevan la cara manchada, pero si la suela del zapato roto: no se ve, pero está.

Seamos conscientes en este día, que no solo los niños tienen derechos cuando están a punto de morir, los tienen desde antes de nacer! y el derecho al nombre no es solo eso, un nombre… es algo más: es el derecho a que ese niño tenga una identidad desde la que forjar su futuro y una sociedad que lo defienda y proteja de padres que solo hacen eso: jugar a ser padres.



2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho... mucho... Sobre todo eso de que algunos padres juegan a ser padres... hay mucha miga detrás de eso... Sugiero otra entrada... ;-)

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  2. Efectivamente has leído entre líneas lo más importante de la entrada. Prometo entrada nueva sobre las personas como bienes de consumo y la importancia de que un niño no es algo que "se nos debe", sino que nosotros nos debemos al niño para educarle, cuidarle y protegerle

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