lunes, 21 de octubre de 2013

UN VIAJE EN METRO


Hoy he hecho un viaje curioso en metro.. Como cada mañana me he subido al mismo vagón, buscado el mismo asiento libre y abierto el libro que me estoy leyendo.. Es curioso como todas las mañanas uno busca en la rutina la forma de guardar energía para el resto del día...

Y curiosamente hoy en una parada de las tantas que hace el metro de Madrid (ese que dicen que vuela), se ha subido un chico con dos personas de seguridad. De repente, la monotonía, la rutina y las líneas de mi libro se han visto alteradas por los gritos enloquecidos de un joven que, recordando a todas las madres de los allí presentes, reivindicaba su derecho a no pagar el billete que consideraba no valía el precio que se nos ha impuesto...  Y en la supuesta tranquilidad que transmite ver a dos personas de seguridad junto al susodicho, todos hemos observado como éstos abandonaban vagón, metro y a los que nada teníamos que ver con el personaje, que seguía gritando, insultando y amenazando a los que comenzábamos el día metidos en nuestra fiel rutina.

Quien haya cogido el metro de Madrid con cierta frecuencia sabrá que esto por desgracia no es algo raro ni fuera de lo normal: alguien que ha perdido la cordura y esa seguridad que brilla más por su ausencia que por su presencia...

Pero de repente algo me ha hecho pensar... No han sido los insultos ni las caras de los que nuestra alcaldesa invita a visitar nuestra gran ciudad... Tampoco ha sido la chulería con la que se ha ausentado la "seguridad"... Ha sido la mirada asustada de una pequeña  que miraba cómo gritaba ese hombre, ese con el que comparte rasgos y sangre... Esa niña de no más de 4 años estaba viendo como su padre amenazaba  e insultaba a doquier sin motivo aparente...

Y entonces he mirado el libro que tenía entre las manos: "Malala".
Y he reflexionado sobre las niñas, las de aquí y las de allí, a las que matan a balazos por querer estudiar y a las que aniquilan  a gritos exaltados..
Y entonces he pensado en que ese libro ya lo había leído, lo estaba viviendo!!!!! Y lo he cerrado y no he podido más que mirar a esa pobre niña que no solo una seguridad de un metro no ha salvado de ese espectáculo, sino de un conjunto de personas que con mirar al suelo cerraban sus conciencias al unísono del repicar de una estación de metro.

Que pena! Que pena que pensemos que la educación solo muere fuera... La estamos matando dentro.

Metro se ha disculpado y ha dicho que hará lo correcto: pasar la información a vete tu a saber que becario.

Las redes sociales sirve para denunciar casos como este, y los libros para leer los que sobrevivieron.

No nos creamos "Primer Mundo" y que eso solo pasa en el extranjero... La educación no se mata sólo a balazos, sino a gritos, insultos y faltas de respeto.