miércoles, 28 de noviembre de 2012

SONRÍA, POR FAVOR



Bajaba yo el lunes por la tarde, ya bastante tarde, la calle Serrano andando a un paso acelerado (que raro..) y de repente escucho mi nombre. Era la voz de un hombre, y cuando me giro, era Abbudos (o ago así… porque realmente no se como se escribe exactamente).

Abbudos es un nigeriano, de mi edad aproximadamente, que “trabaja” 12 horas al día pidiendo en la entrada del Corte Ingles de Serrano, vendiendo La Farola.
Recuerdo que hacía mucho frío, porque las temperaturas ya están bajando en Madrid, pero me hizo ilusión que me llamara.

Después de estar como media hora charlando con él, sobre la situación de España y la situación de crisis general que vivimos, me despedí y me fui.

Y ahí fue cuando empecé a darle vueltas a algunas cosas:
Le di vueltas a cómo vamos corriendo en el día a día, sin mirar alrededor a quienes tenemos, porque ¿quién no reconoce ya las caras de las personas que te acompañan un rato en tu día, ya sea en el autobús, en el metro, o en la cola del pan?. Pero sobretodo: ¿quién no reconoce a quien se pasa 12 horas al día pidiendo en la puerta de una Iglesia, en un centro comercial o en el metro?
Le di vueltas a que me hiciera ilusión que me llamara por mi nombre (yo no se siquiera si el suyo es como lo he escrito, ni si lo pronuncio bien). Le di vueltas a que él no dejó de sonreir en toda nuestra conversación, y que yo tenía cien mil cosas en la cabeza y una en el corazón que no me dejaba sonreir así.
Y le di vueltas a que realmente no valoramos lo que tenemos, a quién tenemos y sobretodo quiénes somos y la suerte que tenemos.

Ahora que estamos a las puertas de la Navidad, nos bombardearán con especiales sobre solidaridad, se harán actos benéficos cada día, se recogerán alimentos para los que no tiene que cenar la noche de Nochebuena, y juguetes para los niños que no tendrán regalos de Reyes… pero realmente qué hacemos con eso? Poner un parche a nuestra conciencia durante unas fechas señaladas, en las que según bajan la temperatura, sube el volumen de nuestra conciencia, para luego dar carpetazo hasta el año siguiente, guardando junto con el espumillón y el árbol de Navidad nuestra capacidad de generar felicidad a nuestro alrededor?

Nos tendríamos que parar a repasar mentalmente cuantos nombres que no sabemos escribir ni casi pronunciar tenemos presentes. Quizá tendríamos que hacer balance de cómo ayudamos, cómo somos solidarios, o simplemente cómo arrancamos sonrisas en nuestro día a día.

Así que cuenta mañana cuantas sonrisas arrancas a desconocidos, o cuantas conciencias despiertas, que al fin y al cabo, todos necesitamos que nos las arranquen algún día, porque no todos los días son Navidad, pero todos los días hay alguien deseando llamarte por tu nombre y que te gires para sentirse acompañado un rato, en esta ciudad en la que la prisa sólo mata segundos, pero no sentimientos. 


Para conocer un poco más de Nigeria: http://es.wikipedia.org/wiki/Nigeria


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