miércoles, 14 de septiembre de 2016

CONCILIAD MALDITAS, CONCILIAD


Así sentimos muchas veces que las mujeres debemos actuar: CONCILIAD! Que para eso os hemos creado leyes! Para eso hay feministas luchando todos los días! Para eso hay un jefe obligado a disimular su enfado cuando dices que te has quedado embarazada! Para eso crean vacunas para que puedas llevar a tu hijo a la guardería con cuatro meses! Para eso os hacemos creer que sois mejores madres por ir corriendo en la vida (y casi rozando la muerte)! 

CONCILIAD! Se nos ha dado todo para hacerlo! Leyes, vacunas, guarderías, sonrisas fingidas, maquillaje, antiojeras, gimnasios y supermercados que cierran a las 10 de la noche o que incluso te llevan la compra a casa o la comida a la oficina.


CONCILIAD! Que los niños van a ser más felices el día de mañana diciendo que su madre ha triunfando laboralmente (la que lo haya conseguido) y mira, ellos no han quedado tan mal..


CONCILIAD! Que ya nos encargamos de que los abuelos aguanten unos años más en condiciones como para llevar/traer/acompañar a vuestros hijos.


CONCILIAD! Que para eso una mujer sacrifica su familia a miles de kilómetros
 por cuidar la tuya, porque tú eres la snob, la que va a triunfar.

CONCILIAD! Que es una lucha de todas, una carrera de fondo a la que te tienes que unir sin rechistar, sin preguntar, sin proponer, sin actuar... De todas formas tampoco tienes tiempo para hacerlo porque tu tiempo lo dedicas a conciliar.

CONCILIAD! Y que pasen los años, y crezcan vuestros hijos y os convirtáis en abuelos que cuiden a sus nietos en un afán por disfrutar esa niñez que se ha esfumado entre carreras, compras por Internet y comidas servidas en un tupper de Mercadona.


CONCILIAD! Aunque solo sea por decir que lo hacéis, porque total, todas sabemos que la conciliación simplemente es aprender a trabajar mientras meces a un niño. Es descubrir que el HP no puedes abrirlo con una mano, pero el de sobremesa puedes usarlo con un ojo mientras con el otro vigilas lo que tienes a tus pies llamándote la atención. Es empastillarte la conciencia de Prozac y subir la alarma del despertador. Es creer que tu vida es plena así, cuando en realidad estás perdiendo lo que la llena.


¿Cuándo dejaremos de engañarnos con el mito de la conciliación y empezaremos a conciliar de verdad? ¿Cuándo priorizaremos como nosotras queremos priorizar y no como nos dicen que tenemos que hacerlo? ¿Cuándo seremos conscientes de que ya ha pasado demasiado tiempo y que el tiempo vuela, las leyes no van a cambiar y nosotras vamos a seguir retrocediendo?


CONCILIAD! Pero conciliad de verdad, desde tu idea de qué es conciliar, no desde la idea que nos imponen.


CONCILIAD! Vosotros, nosotras, ellos y ellas. Todos. Si no seguiremos en esa espiral: escuchando en nuestra callada conciencia:  CONCILIAD MALDITAS, CONCILIAD. 



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